jueves, 1 de marzo de 2012

Robert Juan-Cantavella entrevistado por Susana Sánchez para Sigueleyendo


Por qué escribí “Los Sonetos”


Cantavella por dos. Foto de Mireya de Sagarra.
No lo sé muy bien. Los textos que ahora se publican bajo este título los escribí entre los años 2004 y 2006, por lo menos la mayoría. No sé por qué empecé, simplemente probaba a escribir de una forma distinta a como estaba haciendo en los relatos de Proust Fiction y la novela El Dorado, que es en lo que andaba por aquellos tiempos. Era como un descanso, como una especie de gimnasia. Cambiar por completo de registro, escribir sin rumbo, sin saber muy bien lo que estaba haciendo, me iba muy bien para salir de los textos en los que andaba metido, y curiosamente, en otros momentos, también para meterme, para tomar carrerilla. Luego le cogí el gusto, y seguí jugando con estos textos durante años. De nuevo, sin un objetivo claro, simplemente los reescribía, los corregía, los leía una y otra vez para cambiar sólo una coma, o para ampliar o reducir alguno de los textos. Siempre lo hacía en el mismo momento, antes y/o después de escribir, para descansar, para escribir de otra forma. Cuando escribes una novela no tienes ese grado de libertad. Claro que tienes total libertad para hacer lo que quieras, y si no la tienes es por culpa tuya, pero una vez la novela está en marcha tienes que tener en cuenta mil cosas, tienes que respetar ciertas reglas que has establecido tú mismo, montar a los personajes, continuar allí donde se quedaron: atenerte a un plan más o menos explícito, el plan de la novela. Con estos textos podía escapar de todo eso, durante mucho tiempo no fueron más que un montón de papeles, no decidí publicarlos hasta hace un par de años, y eso me permitía trabajar sin ninguna responsabilidad, sin ningún propósito, jugando con el lenguaje y ya está, probando cosas por placer.
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Con estos textos podía escapar de todo eso,
durante mucho tiempo no fueron más que un montón de papeles,
no decidí publicarlos hasta hace un par de años,
y eso me permitía trabajar sin ninguna responsabilidad
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Como no soy poeta, nunca he pertenecido al mundo de los poetas. Como narrador no me ha pasado lo mismo. Una vez publicas un par de libros ya parece que sabes lo que haces, dónde estás, puedes incluso llegar a tener un discurso sobre lo que te propones, hay gente que te mete en un saco, otros en otro, y poco a poco empiezas a conocer el escenario donde tienen lugar todas esas farsas, puedes incluso posicionarte, a favor, o en contra, o mejor todavía no posicionarte, pero en cualquier caso, siempre conociendo el escenario. Ese conocimiento de algún modo te condiciona. Yo nunca he estado dentro de escenario de la poesía, como sí he estado en el de la narrativa. Mi único contacto con la poesía ha sido como lector. Eso te quita presión. Nadie espera nada de ti, tú mismo no esperas nada de ti, y así es más fácil trabajar. Es una libertad que, como narrador, de algún modo he perdido. Porque ahí yo sí que espero algo de mí, la novela que escribo la escribo encima de las que he escrito antes. No quiero cometer los mismos errores, no quiero repetir algo que ya hice, esas cosas que nos permiten hacernos la ilusión de que tiene algún sentido seguir escribiendo.
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La novela que escribo la escribo encima de las que he escrito antes.
No quiero cometer los mismos errores, no quiero repetir algo que ya hice,
esas cosas que nos permiten hacernos la ilusión
de que tiene algún sentido seguir escribiendo
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Con Los Sonetos eso no ha sucedido, ahí no partía de errores previos, podía cometerlos todos, no me veía obligado a hacerlo mejor porque nunca antes lo había hecho. No sabía muy bien lo que tenía entre manos, y eso fue un lujo. Cuando mis editores de El Gaviero Ediciones me llamaron por teléfono para decirme que iban a publicar el libro, me confesaron que no sabían muy bien qué era aquello, pero que les gustaba y lo publicarían. El libro terminó aquel día. Es un tópico, ya lo sé, eso de decir que un libro lo acabas de escribir cuando lo publicas, que podrías seguir dándole vueltas toda la vida, pero por eso los tópicos sobreviven a cualquier cosa, porque funcionan, porque tienen su parte de verdad. De no haber publicado el libro, ese montón de papeles seguiría sirviéndome para probar cosas, para escribir fijándome sólo en las palabras, en las relaciones minúsculas y sorprendentes que crean entre ellas cuando apartas un poco la vista o haces como si no mirases, y no en la historia. Pero ahora ya está.
Fuente: Sigueleyendo
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1 comentario:

José Luis Martínez Clares dijo...

Escribir sobre lo escrito es complicado, porque un nuevo libro es una actividad bautismal, un comienzo que nos invita a aprender a escribir de nuevo. Saludos